sábado, 19 de octubre de 2013

Cuaderno de Perú (3): Lago Titicaca: Isla de Taquile.



Las dimensiones del Titicaca causan asombro, pero no fue hasta remontar la bahía entre las dos penínsulas que la delimitan, que realmente comprendimos cuán grande es.  Después de dos horas largas, atracamos en el muelle de Taquile.

La ascensión es fatigosa desde el puertecito hasta la Plaza de Armas. He sabido que los isleños, compadecidos de los turistas, por lo general poco acostumbrados a las alturas -estamos a 4.000msnm-, han sugerido a los guías que los visitantes accedan por el muelle del lado este, del que parte un camino de suave ascensión hasta la plaza. Pero las agencias se empeñan en que subamos esos 567 peldaños.


Tramo de la escalera de Taquile.

Como decía en el post anterior, los taquileños son descendientes directos de los incas. Hablan el quechua y el español. Su cultura permanece bastante pura y ha sido declarada Patrimonio Cultural Intangible de la Humanidad, así como sus tejidos, que obtuvieron el Premio Internacional de la UNESCO en el año 2.005.

Claro, que los españoles del siglo XVI ya los valoraban. Les exigían el tributo en tejidos, y ellos tenían que emplearse a fondo para llegar a la cantidad estipulada. Tanto los hombres como las mujeres tejen desde los 8 años. De hecho, un hombre no se considera apto para casarse hasta que no ha sido capaz de tejer su chullo, nombre que no sé si se aplica por igual al gorro inca con orejeras, y al otro con reminiscencias españolas rematado con un borlón. Éste último, por su color indica la soltería (rojo y blanco) o si es casado  (rojo). Los hombres también tejen sus chuspas, que son esos bolsos en bandolera con flecos donde llevan las hojas de coca, substanciales a su cultura. Tanto es así que para saludarse no se estrechan la mano, sino que intercambian hojas de esta planta. En Taquile suelen masticar la coca mezclándola con muña, una hierba andina de aroma mentolado con muchas cualidades terapéuticas. El último día me dolía el estómago, y en el Totorani me hicieron una infusión de esta planta, que según me dijeron era lo mejor. La verdad es que fue mano de santo.




Taquileños - Foto: Mariaje López


Visten su atuendo tradicional siempre, y un complemento destacado es el calendario, prenda que los estudiosos aprecian mucho, pues se trata de una faja que las mujeres le tejen a sus hombres, donde utilizan diseños de simbolismo ancestral cronológicamente dispuestos, de tal modo que cada una de estas fajas relata los hitos principales de la vida de la pareja, ampliándose conforme a los acontecimientos. A veces estas fajas están entretejidas con pelo de mujer, lo que las hace más caras. Significa la indisolubilidad del matrimonio. En Taquile no hay divorcios, pero las parejas pueden convivir antes de casarse durante años para que cada uno pueda comprobar si el otro es el cónyuge adecuado.




Fajas calendario

La ropa de las mujeres es bonita porque llevan varias faldas que llaman polleras de colores vivos, y encima suelen utilizar una sobrefalda negra. Los bordes de las polleras que asoman por debajo quedan muy bonitos, sobre todo en los trajes de fiesta, más voluminosos. Usan una larga túnica negra con la que se cubren la cabeza. A los niños, que son muy lindos, les hacen unos gorritos muy graciosos con volantes alrededor. A la entrada de la isla hay un letrero que reza: "No fotografiar a los niños sin permiso". 

En Taquile no hay policía. Observan rigurosamente sus leyes y se rigen por el mandato inca, cuyos tres enunciados fundamentales son:  "No robar, no mentir, y no permanecer ocioso". Cuando surge algún conflicto es resuelto en la asamblea de los domingos, a la que asisten hombres y mujeres, aunque ellas no pueden intervenir. Esto que parece lamentable, tiene una contrapartida: las resoluciones siempre se aplazan hasta el día siguiente, porque un taquileño jamás toma una decisión sin consultarla antes con su mujer.

Además de hilar mientras pasean y tejer mientras conversan -por lo de la tercera ley-, cultivan sus terrazas  y pescan; sobre todo truchas, muy abundantes en su costa y de sabor delicioso, como pudimos comprobar, ya que las tomamos acompañadas de una sabrosa y nutritiva sopa de quinoa, un cereal muy popular allí.


Sopa de quinoa


A los taquileños les encantan las celebraciones, la música y los bailes. El alcohol lo toman puro, de 90º. Ahí es nada. Los jóvenes ya han empezado a sustituirlo por cerveza, que menos mala cosa será. El santuario lo tienen  en la montaña Mulsina,  en su cima se celebran ritos y se hacen ofrendas.




Abandonamos Taquile dando un largo paseo de 45 minutos ladera abajo, rodeando la isla por el camino que en nuestra ignorancia eludimos al llegar. Las vistas desde todo el paseo son idílicas. "¡Qué lago ni qué gaitas -me digo-, esto es un auténtico mar!". Al fondo se divisa la isla vecina de Amantaní, completamente diferente y poblada por aymaras. Pero no nos daba el tiempo para visitarlos.


Taquile - Fotofrafía: Mariaje López


Nos esperaban dos horas y media de travesía hasta Puno. Al embarcar, no tuve corazón para contarles a las dos personas que habían tenido que quedarse en el barco a causa del soroche, lo que se habían perdido. Ya tendrían tiempo de averiguarlo para su pesar.







Algunos datos:


Taquile está situada en su punto más alto a 4.050 m. sobre el nivel del mar. Aproximadamente 12 Km. cuadrados y 2.200 habitantes.

Su nombre quechua es Intika.

En la isla no hay coches ni hoteles, pero han desarrollado un sistema de acogida familiar para los viajeros que deseen alojarse en sus viviendas. Si se va a hacer esto, conviene ir provisto de linternas, pues la mayoría de las familias se alumbran con velas y sólo algunas usan placas solares. La mejor opción es quizá la que propone el último vídeo, pues está gestionada directamente por los taquileños -y entre otras ventajas, seguramente no te harán subir los más de 500 escalones al llegar.

Si ves por allí algún perro será de chiripa, y si aparece un gato no te fíes, puede que sólo sea un fantasma del viejo mundo. 

Próximo capítulo: Cañón del Colca, donde caben los Pirineos enteros, y los cóndores pasan tan cerca de los turistas que no se sabe quién está observando a quién. Más me vale pintarme coloretes y parecer bien viva a pesar de la falta de sueño. 


Mariaje López.

 
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4 comentarios:

  1. Te sigo leyendo porque me encanta recordar a través de lo bien que lo cuentas!!
    Un abrazo
    Carmen auroraboreal

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    1. Carmen me gusta verte por aquí también. Seguimos recordando!! Un abrazo grande.

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  2. Bueno, hasta que no acabes este magnífico reportaje te voy a llamar reportera, porque lo de escritora ya queda bien patente. El acompañamiento gráfico - fidedigno - contribuye mucho a completar la foto mental que cada uno se hace con tu descripción. Un lugar a tener en cuenta, sin duda. Imagino que para un/a escritor/a es un muy apropiado para gestar y desarrollar cualquier obra. Un abrazo.

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    1. Eres un encanto Tuchito, gracias por tus comentarios. Los haces con afecto y con el mismo los recibo. Sí que merece la pena el sitio, y sí viene bien para escribir, como tú sabes, el contacto con otras culturas y otras gentes.

      Espero que disfrutes de lo que queda. Un abrazo.

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