miércoles, 23 de septiembre de 2015

Privilegios ínfimos





Cuando tomo esta imagen es el penúltimo día del verano. Las ramas del gran cedro que preside el jardín se mecen perennes y nostálgicas despidiendo el estío, y el encumbrado tronco se asoma muy por encima de los tejados prestos a recibir el otoño. Los gorriones acuden alegres a los comederos dispuestos desde la primavera. Suena música para escribir; lenta flauta y bronca guitarra; voz de mujer, cantos de arena que se deslizan entre las cuerdas y se pierden en el viento rojo de algún desierto dormido. 

Los gatos sestean en el columpio, y uno de ellos, el rubio, al atisbar la parafernalia conocida –yo cargada con el portátil y otros útiles de escritura- se acerca hasta mí de un salto y media docena de pasos elegantes. Maúlla, observa, me ofrece el lomo pajizo demandando caricias, quizá algún rato de juego. Es una liturgia aprendida, pactada, en la que ambos sabemos lo que hay que hacer. 

jueves, 17 de septiembre de 2015

Explicaciones.





Apreciado amigo: 

Sin darnos cuenta han transcurrido dos meses y medio desde que escribí por última vez en este blog. Ya que has tenido a bien visitarme de vez en cuando, te debo al menos una explicación de por qué en te has encontrado la casa vacía -que no cerrada- durante todo el verano.